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Reforma parcial de vivienda unifamiliar en Zaragoza

Algunas intervenciones arquitectónicas no solo reorganizan el espacio: lo transforman en una experiencia. En este proyecto, el acceso a la vivienda se convierte en un recorrido lleno de intención, donde cada elemento está pensado para recibir, acompañar y emocionar. Desde el primer momento, entendimos el exterior no como un simple límite, sino como un lugar de transición activa entre la casa y el mundo, entre lo íntimo y lo colectivo.

Cliente: Privado
Superficie: 194.79 m2
Estado: Finalizado
Cronología: 2022
Localización: Zaragoza, España
Tipo de obra: Reforma parcial de vivienda unifamiliar
El elemento clave de la propuesta es una celosía de ladrillo aragonés continua que sustituye la antigua valla preexistente y redefine la fachada de la vivienda hacia la calle. Más que un cerramiento, esta celosía es un filtro, una membrana que dialoga con la luz, el aire y la vegetación. Su trazado no es recto ni uniforme: se abre y se cierra en profundidad, generando zonas de sombra, recogimiento o apertura según las necesidades de cada punto del recorrido.
Este juego de pliegues permite que la celosía albergue distintos usos sin perder su unidad formal: desde el garaje abierto hasta un pasillo de acceso que se convierte en un recorrido cuidadosamente coreografiado. En él, los elementos funcionales —buzón, hornacinas para entregas, detalles de almacenaje— se integran con naturalidad en el lenguaje de la celosía, en un ejercicio de diseño preciso y consciente, donde lo útil y lo bello se encuentran.

A lo largo del recorrido peatonal, unas jardineras acompañan la marcha y se vinculan a la celosía en su verticalidad, permitiendo que la vegetación trepe y se entrelace con la estructura metálica. Esta simbiosis entre lo vegetal y lo construido responde al deseo de los clientes de introducir una dimensión orgánica, viva y cambiante al acceso. La arquitectura no se impone, sino que acoge y celebra el crecimiento natural, generando una atmósfera única desde el primer paso.

Uno de los gestos más potentes del proyecto es el uso del color y la materia como elementos de identidad. El azul profundo escogido para la pérgola metálica y las puertas de acceso —vibrante, rotundo— evoca la energía y vitalidad del imaginario mexicano, tan presente en la sensibilidad de los clientes. A su lado, el ladrillo cerámico, material tradicional aragonés, compone la celosía con su textura cálida y su vibración táctil. La convivencia de ambos materiales genera una fusión única: entre lo emocional y lo constructivo, entre la raíz local y el deseo de intensidad. Una arquitectura que habla varios lenguajes a la vez, y que se enriquece en esa conversación.
La entrada a la parcela se resuelve con una puerta metálica pivotante, que combina contundencia y ligereza. Su apertura lateral genera un movimiento escultórico que dialoga con los pliegues de la celosía. Ya en el punto final del recorrido, la puerta de entrada a la vivienda se enmarca en un volumen metálico que emerge del plano de fachada, reforzando la percepción del umbral y estableciendo una continuidad material que articula toda la intervención.
Este proyecto exterior es, en sí mismo, una pieza arquitectónica que articula, ordena y comunica. Se trata de una operación contenida pero precisa, que transforma radicalmente la percepción de la vivienda y su relación con el entorno inmediato. La celosía no es solo límite, es umbral, es fachada, es jardín, es cobijo. Es un gesto único que da sentido a todo el conjunto.

Dibujo realizado por Irene Beltrán Monclús, Arquitecto junior de Cronotopos Arquitectura